El otro día me topé con una imagen curiosa: alguien con tres pantallas.
- En una, corría un animé.
- En otra, había una terminal abierta con código ejecutándose.
- Y en la tercera, un documento con tareas o notas.
Mi reacción fue una mezcla de empatía y duda: “¿Esto es enfoque o caos disfrazado de rendimiento?”
En apariencia, esta escena transmite una idea moderna de productividad: estar “haciendo muchas cosas a la vez”. Pero, ¿realmente lo es?
El multitasking suena bien… pero no funciona tan bien
La multitarea ha sido romantizada. La idea de poder responder correos mientras codificamos, revisar el diseño mientras escuchamos una daily, y tener un tutorial de fondo mientras terminamos un ticket.
La realidad es otra: el cerebro no procesa varias tareas complejas al mismo tiempo, sino que cambia de contexto muy rápidamente entre ellas. Este salto constante consume energía cognitiva y aumenta los errores.
Hacer muchas cosas al mismo tiempo no te hace más productivo. Solo te hace más cansado.
Desde la experiencia profesional
Como desarrolladores, arquitectos o líderes técnicos, lidiamos con múltiples frentes: bugs urgentes, reuniones, revisión de código, nuevos features. Parece inevitable hacer multitasking. Sin embargo, los momentos de mayor impacto profesional casi siempre nacen del enfoque profundo: ese bloque de tiempo donde realmente conectamos con el problema que resolvemos.
No es lo mismo “estar ocupado” todo el día que avanzar en lo importante.
Desde la vida cotidiana
Incluso fuera del trabajo, hemos normalizado la multitarea: cocinar mientras escuchamos un podcast, contestar mensajes durante una conversación, mirar redes mientras vemos una serie. Lo hacemos por hábito, no por necesidad.
Y el resultado es similar: menos presencia, más agotamiento, menos disfrute.
¿Entonces qué hacemos?
No se trata de eliminar toda multitarea, sino de identificar cuándo realmente nos sabotea. Aquí algunas ideas prácticas:
- 🧠 Bloques de foco: reservar al menos 1 hora al día sin interrupciones para tareas cognitivamente exigentes.
- 🔕 Silenciar notificaciones en momentos clave.
- ✅ Hacer una cosa a la vez, incluso si parece más lento al inicio.
- 📵 Descansos sin pantalla entre bloques de trabajo.
- 📝 Lista corta de prioridades: elegir 1 o 2 tareas clave al día que definan si fue productivo.
Entonces
No estás solo. Todos caemos en la trampa de “estar ocupados” sin ser efectivos. Pero cada vez que eliges hacer menos, pero mejor, estás entrenando tu mente para lo que realmente importa.
La productividad no es cuántas pestañas tienes abiertas, sino cuánta atención eres capaz de sostener.